Desde hace miles de años los seres humanos hemos fabricado tintas para pintar nuestra piel, para pintar las paredes de las cuevas, y más recientemente para registrar nuestras vivencias en papel.
Hace un tiempo leí La ciudad del pez elefante, un libro maravilloso sobre papiros encontrados en lo que alguna vez fue la ciudad de Oxirrinco en Egipto. Me impresionó lo bien conservados que estaban muchos papiros, y me empecé a cuestionar qué tipos de tintas se usaban en la antigüedad y cómo se hacían estas tintas; además, me pregunté también qué tipos de tintas son más duraderas y por qué. En esta entrada discutiré estos asuntos, así que, si no te parecen muy aburridos, comencemos.
Uno de los tipos de tinta antigua que conocí en mi investigación es la tinta ferrogálica, una tinta que se hizo muy famosa durante la edad media, es fabricada mediante un complicado proceso a base de agallas de plantas y minerales de hierro. Esta tinta sin embargo tiene el problema de, además de ser más complicada de fabricar, dañar el papel debido a su acidez, lo que hace que documentos escritos en el siglo XVIII hoy en día se estén degradando debido a que se usó tinta ferrogálica.
A pesar de ser un fanático de la tecnología y de la ciencia, una parte de mí detesta la gran dependencia que de estas tiene nuestra sociedad moderna, y al vivir el día a día siempre me pregunto cómo hacían los seres humanos hace miles de años para vivir su vida sin fábricas industrializadas, sin tecnología de punta, y teniendo que usar los recursos que tenían a la mano para hacer todo lo que hacían. Por esta razón me propuse hacer mi propia tinta con materiales o recursos “primitivos” y que fueran fáciles de encontrar. Como se podrán imaginar, la tinta ferrogálica no era una opción fácil de elaborar.
Otras tintas de la antigüedad de la que encontré reportes fueron las tintas de sepia, que como su nombre lo indica, eran simplemente el líquido oscuro que utilizan las sepias para confundir a sus predadores. Obviamente ya se me habían acabado las sepias que estaba criando en el lavamanos de mi casa y no pude tener esta tinta.
Seguí con mi investigación, y por cierto un muy muy buen libro sobre el tema es Inks, Their Composition and Manufacture. En estas fuentes se habla también de una tinta extremadamente antigua, que ha sido usada por egipcios, árabes, chinos y griegos, y que ha demostrado una durabilidad notable.
El siguiente es uno de los papiros de la ciudad Oxirrinco, y fue escrito en el siglo III, usando este tipo de tinta.
Con esta misma tinta el artista Cheng Rong realizó esta hermosa obra de arte llamada “Nine Dragons”. Es del año 1244 y al día de hoy parece como nueva:
Ya se imaginarán que la tinta de la que hablo es la conocida como tinta china, aunque muchas civilizaciones (no solo la china) usaron en realidad el mismo tipo de tinta, y es que además de ser muy duradera, su elaboración es relativamente sencilla, pues su principal ingrediente es el carbón.
El carbón es bastante inerte químicamente, por lo que las tintas basadas en carbón pueden durar miles de años sin verse afectadas por la exposición a la luz o a la humedad. Además, permiten la datación basada en carbono 14.
Experiencias haciendo tinta
Inicialmente intenté hacer tinta quemando pequeñas ramas secas, triturando el carbón, y luego mezclándolo con resina de araucaria disuelta en agua.
Esta tinta no fue muy exitosa por varias razones:
El carbón producido por la quema de las ramas no era del todo negro, sino que había carbón de tono grisáceo, que hacía que la tinta no fuera tan oscura.
Las partículas de carbón eran bastante grandes. Para una buena tinta, entre más pequeñas las partículas de carbón, mucho mejor. A pesar de que intenté triturar los pedazos de carbón con un molcajete, este método no es suficiente para producir partículas tan finas, y por esta razón el carbón se iba precipitando y dejando una capa acuosa muy clara que no servía mucho como tinta.
La resina de araucaria no fue un buen agente aglutinante, no aglomeraba las partículas de carbón adecuadamente y además en unos pocos días se empezó a descomponer por la acción de los microorganismos.
La victoria final
Finalmente llegué a una tinta de buena calidad y muy fácil de hacer. Luego de estudiar cómo se fabrica la tinta tradicional en Japón decidí no volver a quemar material sólido sino usar una simple lámpara de aceite para producir hollín. Luego, como quería algo más sencillo que producir pegamento a partir de pieles animales, pensé en qué otro pegamento proteico podría usar y se me ocurrió usar pegamento de caseína, un tipo de pegamento que conocía porque se usa en carpintería y que es realmente sencillo de producir a partir de leche.
Con estos simples ingredientes logré hacer mi propia tinta y quedé muy satisfecho, ahora intento usarla siempre que escribo: